La Catedral de la Almudena, cuyo nombre oficial es Santa Iglesia Catedral de Santa María la Real de la Almudena, es el gran templo católico de la capital de España. Pese a ser la iglesia de mayor tamaño y mayor importancia no es el más antiguo, ni mucho menos, ya que se trata de una construcción que no se acabó completamente hasta hace unas pocas décadas.
Concretamente las obras para su edificación comenzaron a finales del siglo XIX, y durante casi todo el siglo XX se mantuvieron los trabajos, con diferentes altibajos por motivos económicos.
El resultado es un edificio que mezcla diversos estilos, ya que mientras su exterior tiene una apariencia de influencia neoclásica, al entrar a su amplio interior, se ve que es un templo de formas neogóticas, donde se han cuidado todos los detalles para evocar las antiguas catedrales góticas.
Y por último, una de las zonas que primero se abrieron al público fue la cripta subterránea, cuya arquitectura es un buen ejemplo del estilo neorrománico.
Pese a ser una obra relativamente reciente, la gran nave interna y las diferentes capillas están adornadas con pinturas, retablos y esculturas mucho más antiguas, algunas de estas obras se realizaron en el siglo XV.
Las dimensiones del templo son más que considerables, ya que alcanza una longitud que supera los 100 metros, mientras que su altura, en el punto más elevado llega hasta los 72 metros. Precisamente esa altura se alcanza en su cúpula, que junto a la fachada principal, con su doble columnata y las dos torres laterales, son los elementos más emblemáticos de la construcción.
Esta fachada principal obliga a que el templo tenga una orientación de norte a sur, algo que la diferencia de la mayoría de iglesias cristianas, que generalmente tienen una orientación este-oeste. El motivo para esta variación es la cercana presencia del Palacio Real, ya que la Catedral de la Almudena se encuentra al lado del mismo y se comunica mediante la Plaza de la Armería.
No es casual está ubicación, ya que la Almudena sustituyó a otra iglesia anterior en esa zona, que también tenía la advocación de la virgen patrona de Madrid, y además su culto está íntimamente ligado a la realeza española. En definitiva, tras una visita al monumental Palacio Real, entrar a la Catedral de la Almudena es el complemento perfecto.